- ¡Hey princesa! - dijo mientras la cogía por la cintura y empezaban a caminar. - ¿Sabes? Venía en el metro pensando en ti y en tu sonrisa, y he decidido que voy a hacerte sonreír siempre. ¿Y sabes qué más? He pensado en nosotros, y en como empezó todo, y ¡me ha alegrado tanto recordar aquél escenario! Pero, ¿sabes lo mejor? Me he imaginado tus ojos, otra vez. Me miraban fijamente mientras con suavidad te acercabas a mi para besarme y, joder, ¡me ha dado un escalofrío! Pero, ¿sabes qué es lo mejor pequeña? Que me ocurre eso todos los días. En el metro, de camino a casa, de camino a clase, entrenando, y hasta cuando intento dormir. Vuelves, una y otra vez, insistente. Voy a tener que dejar de quererte tanto, al final me va a sentar mal.
Sonrió y la apoyó contra la pared. La apretó fuertemente contra él y, mientras sus frías manos recorrían su espina dorsal produciéndola escalofríos, comenzó a besarla.