En dos días el primer trimestre habrá terminado; y en dos semanas, el 2010 tocará las campanas llegando a su fin.
Y aquí estoy yo, en mi último domingo de clases, encerrada en mi habitación, dejando que los números complejos junto con la trigonometría y las dudas completen mi mundo y la soledad de este lugar. De fondo Oasis termina por llenar de melancolía mi habitación, y el hecho de que no haya nadie en mi casa con quien poder hablar es más deprimente aún.
Y aquí estoy yo, en mi último domingo de clases, encerrada en mi habitación, dejando que los números complejos junto con la trigonometría y las dudas completen mi mundo y la soledad de este lugar. De fondo Oasis termina por llenar de melancolía mi habitación, y el hecho de que no haya nadie en mi casa con quien poder hablar es más deprimente aún.
Mientras los acordes continúan su curso y los apuntes y ejercicios me animan a continuar con mi interminable aprendizaje, me pregunto qué será de mí, de esta habitación y de todo lo que me rodea cuando llegue el 2011. ¿Cambiarán tantas cosas como siempre se dicen? ¿Será un buen año? ¿Cómo terminaré primero de bachillerato? ¿Querré seguir haciendo 2º de BI? ¿Será un gran verano? De esos dignos de recordar y repletos de imágenes grabadas en la memoria y fotos como acompañamiento. ¿Qué será de mi abuela, de mi tía? ¿Qué hará mi hermano?
Definitivamente, odio los domingos por la tarde.